Forma parte de las lesiones del quinto dedo producidas por el rozamiento del zapato, aunque la intervención del pedicuro puede aliviarlos, con la edad se reproducen con mayor intensidad.
Se emplean calzados anchos, forros blandos, topes flexibles y una pieza de fieltro o piel para evitar el rozamiento y que actúe de colchón. Entre las lesiones del quinto dedo, cabe destacar, el ojo de perdiz y la curvatura de las falanges. Cada caso deberá tratarse individualmente y con respecto al calzado y siguiendo las pautas expuestas, el calzado debe tratar de corregir, en la edad y momento en que es posible, y mitigar el dolor en los demás casos.