No vamos a hablar aquí de casos patológicos de delgadez excesiva, como el de los adultos que padecen de la enfermedad conocida como caquexia hipofisaria -consunción debida a un fallo glandular-, entre los cuales podíamos destacar al que apareció en el Libro de los Records Guinness, el americano Edward C.
Hagner, conocido como "esqueleto petimetre", que pesaba 22 kilos para una estatura de 1,70. Lo que queremos dar a conocer es el problema de las personas anoréxicas -falta de apetito, bien por causas orgánicas o inducido por la cantidad de veces que han seguido dietas para adelgazar-, algo bastante común en nuestros días, sobre todo entre el sexo femenino. La anorexia inducida comienza en la adolescencia, cuando la joven está obesa -o cree estarlo, porque a veces un desarrollo grande y precoz de los senos o unas pantorrillas demasiado fuertes hacen creer, erróneamente, al carecer todavía de los conceptos de estética y sensualidad, que deben disminuirse a toda costa al confundirlos con la adiposidad- y empieza a hacer dietas drásticas por su cuenta, que muchas veces incluyen el vómito inducido, lo que va conduciendo a una pérdida paulatina de la masa muscular, una debilidad general y, en muchos casos, una incapacidad para recuperarse. El cuerpo acaba teniendo un aspecto verdaderamente repulsivo -la piel colgante, el músculo desaparecido y, desgraciadamente, la grasa permaneciendo aún en la mayor parte de los lugares- y puede acabar muriendo ante la falta casi absoluta de nutrientes. Estos estados son ya patológicos y requieren una atención médica inmediata. En muchos países hay ahora hospitales especializados en casos de anorexia -unida, por lo general, con la bulimia, o apetito desordenado de comer debido a causas emocionales-. Y aunque parezca extraño, la mortal combinación de anorexia-bulimia es una enfermedad de progresión creciente en los países industrializados, donde la presión social por conseguir figuras esbeltas y atléticas ha empezado a hacer difícil la vida a las personas obesas con personalidad débil.
Pero lo más normal entre los casos de delgadez excesiva es que ésta se haya producido por desórdenes atribuibles a un mal funcionamiento de la glándula tiroides. Esta glándula está localizada junto a la tráquea, en la parte frontal del cuello. Es una de las llamadas glándulas endocrinas, cuyas secreciones van directamente al torrente sanguíneo. Su contenido es abundante en iodo, y posee hormonas tiroideas, tiroxina y triodotironina que incrementan la producción energética de los tejidos y son esenciales para el desarrollo y el crecimiento normal.
La secreción de la hormona tiroides está controlada por la glándula pituitaria -localizada debajo del cerebro-, que segrega un estimulador de la hormona tiroides. Desgraciadamente, y aparte de nuestra alimentación habitual o de los factores referidos a la falta de iodo en los productos que consumimos, los estímulos emocionales y el estrés de nuestra vida cotidiana pueden afectar de manera extraordinaria la producción de nuestra glándula tiroides.
Una de estas enfermedades es el hipertiroidismo, o secreción excesiva de tiroides, que suele estar asociada con graves problemas emocionales (vida dentro de un entorno negativo donde no encontramos comprensión ni pueden realizarse nuestras facultades, o lo acabamos creyendo así) productores de nerviosismo general e inquietud, temblores y calambres musculares, aceleración del pulso, crónica o repentina; diarrea y, en ciertos casos, protuberancia y abultamiento exterior de los ojos. Este estado es más común que aparezca en las mujeres de media edad, acompañándose de irregularidades menstruales, pruritos y rojeces imprevistas.
Si el caso es grave y persistente requiere, por lo general, atención psiquiátrica que nos induzca a un cambio de estilo de vida que provoque relajación, tranquilidad y nueva fijación de objetivos. Existen muchos productos que ayudan a mejorar los síntomas de esta situación, pero, como ya hemos dicho, la cura principal de los estados de hipertiroidismo crónico parece ser la adaptación a nuestras condiciones de vida después de haber recapitulado sobre la validez o invalidez de las que más nos afectan.
La delgadez excesiva se considera cuando estamos más de 5 kilos por debajo de nuestro peso normal en estaturas pequeñas -hombres: menos de 1,70; mujeres: debajo de 1,60-; más de 7,5 kilos en estaturas medias -hombres: de 1,70 a 1,80; mujeres: de 1,60 a 1,68- y más de 10 kilos en estaturas grandes -hombres: más de 1,80, mujeres: más de 1,68 suele tener remedio físico en una dieta adecuada y persistente. Hay que tener en cuenta que muchos casos de delgadez se deben a desórdenes generales de la vida, a comidas poco frecuentes -a veces abundantes, pero una sola, con lo que se estimula el metabolismo basal-, a excesivo gasto calórico producido por exceso de actividad, la mayor parte de las veces irracional y sin un propósito definido. Una dieta que contenga todos los elementos nutríticos adecuados -proteínas, grasas, carbohidratos, vitaminas y minerales-, que a la vez sea fácil de consumir y digerir, es el remedio para estas personas, ya que por sí mismas las puede facilitar seguir un orden y acceder a un estado de tranquilidad.
Para que las comidas incluyan también un propósito de estabilidad general se harán en número de cuatro, y al menos durante un mes se seguirán a rajatabla con la intención de que se conviertan en un hábito favorable de nuestra vida -tipo reflejo condicionado- lo que, a su vez, hará que el resto de nuestras actividades se vayan haciendo de forma más racional y con arreglo a la obtención de unos beneficios. Se ha discutido también si el hipertiroidismo podría estar producido por la falta general de objetivos por llevar una existencia errática y vacía donde simplemente el exceso de actividad es un pretexto para dejar de pensar y no sentirse desgraciado. En estas dietas se utilizarán complementos alimenticios para ganar peso que contengan una fórmula aproximada de 35 por 100 de proteínas, 50 ó 55 por 100 de carbohidratos, 2 ó 3 por 100 de grasas y el resto de humedad y sales minerales, lo que nos proporcionará entre 400 y 425 calorías por cada 100 gramos de producto que, al poder disolverse en líquidos y ser de sabor agradable, nos facilitará su ingestión. Hay que tener siempre cuidado en no tomar todo lo que vayamos a consumir habitualmente dentro de este tipo de dieta durante los primeros días ya que, como sucede al hacer ejercicio, la variación alimenticia también requiere un acostumbramiento gradual.