En el capítulo anterior estudiábamos los signos clínicos que iban a determinar el estado de fatiga de un deportista, aunque en muchas ocasiones no es posible realizar este número tan elevado de pruebas clínicas, por lo cual será necesario el conocimiento de otros signos, en este caso, más visibles, que puedan determinar un posible estado de fatiga y su posterior tratamiento médico.
Estos signos, más evidentes, son:
- Alteraciones en el sueño (ritmo y número de horas). - Desgana en el trabajo. - Agotamiento prematuro - Irascibilidad o depresión. - Descenso notorio de la capacidad de atención y concentración. - Signos discretos de modificaciones de la función hepática.
Estos síntomas, propios de un atleta sobreentrenado pueden verse notablemente mejorados disminuyendo volumen y la intensidad de entrenamiento durante tres cuatro días, al tiempo que se aplica una dieta rica en proteínas y vitaminas (B6 por vía bucal).
La fatiga nerviosa o psíquica
Es una de las más importantes, más claramente subjetiva y más difícil de analizar ya que, por norma general, siempre nos fijamos en aquellos aspectos del cansancio más visibles siendo, por lo tanto, la fatiga física la que tiene un diagnóstico más sencillo. Sin embargo, existen alteraciones que van a determinar un estado de fatiga de nuestro sistema nervioso, en ocasiones, de diagnóstico complicado.
La fatiga psíquica, que es de peor y más largo tratamiento que la física, va a venir provocada por los siguientes factores:
- Monotonía en las sesiones de entrenamiento. - Los desajustes del grupo, en deportes de equipo. - Las concentraciones deportivas y todo lo que implican éstas: viajes, esperas, horarios, alimentaciones algo diferentes, etc... - La falta de motivaciones extrínsecas e intrínsecas. - Las lesiones deportivas y el cese obligatorio de la actividad. - La presencia de público. La tensión nerviosa emanada del propio prestigio (un factor importante en las grandes figuras, obligadas a ganar en todas las competiciones). - La propia concentración en la actividad en sí.
Todos estos factores y otros muchos van a ocasionar una disminución notoria del rendimiento de nuestro sistema nervioso.
Algunos síntomas notorios de la fatiga psíquica van a ser: palpitaciones, deseos imperiosos de orinar, deseos de saltar, etc.
Atletas sobreentrenados ¿Qué deben hacer?
En primer lugar, recuperarse. No se puede plantear una correcta recuperación sin un descanso total. En algunos casos, y siempre que el sobreentrenamiento no sea excesivamente grave, se puede recomendar un cambio de actitud física (para evitar la fatiga mental), pero que suponga la práctica de una actividad física ligera.
Durante este período es conveniente que el atleta realice una alimentación acalorada, siendo importante la utilización de algún complejo vitamínico para su recuperación más rápida.
Durante este intervalo de recuperación, son factores importantes:
- La relajación psíquica. - Fisioterapia de recuperación (baños y masajes). - Ambiente con temperatura agradable y tranquilo. - Utilización de ropas cómodas. - Reposición de las pérdidas energéticas e hidroelectrolíticas (sales minerales).
Una vez que el deportista haya recuperado su estado físico, y con el fin de recuperar el factor anímico, volveremos a comenzar con las sesiones de entrenamiento, naturalmente de forma progresiva y adaptada a la pérdida momentánea de acondicionamiento físico. El trabajo será suave, realizándose en días alternos y con cargas prácticamente nulas.
Se dará el tiempo necesario al deportista para su recuperación entre cada ejercicio, no forzando en ningún momento su rendimiento físico. La carrera continua, junto con sesiones suaves de flexibilidad acondicionamiento general va a ser el trabajo idóneo para la recuperación completa.
Las sesiones oscilarán ente 30 minutos, los primeros días hasta alcanzar los 60 minutos al día.
Posteriormente se irá iniciando una progresión gradual del entrenamiento, en lo referente a número de sesiones e intensidad de ésta hasta alcanzar de nuevo el estado habitual óptimo y estar dispuestos para la competición.