Una de las quejas más comunes entre las personas obesas es que aseguran comer muy poco y engordar mucho. Según nuestra experiencia y la de innumerables clínicas dietéticas, esta afirmación no es plenamente cierta, ya que su realidad se cumple en un porcentaje inferior al del 50 por 100 de los casos.
Lo que suele pasar es que cuando se dice que se come poco, se hace de manera irregular a lo largo del día, a base de alimentación escasa en las dos o tres comidas principales, pero muchos aperitivos, bebidas y tentempiés entre horas, que a veces suponen una ingestión calórica tan grande como la totalidad de las comidas principales. Otro de los casos es el de consumir más calorías durante la tarde o incluso en la hora de la cena y muy pocas en el desayuno, con lo que el gasto calórico por hora resulta inferior.
Si es cierta la afirmación del individuo al referirse que come poco y engorda mucho, puede tratarse de un problema de metabolismo -todas las reacciones químicas necesarias para la producción de energía, la manufactura de tejidos y la formación de productos de desecho-, en este caso el basal -el indispensable para cubrir las reacciones de una persona que está quieta y despierta, en un estado casi de relajación completa-. En tales casos, hay que tener en cuenta que la producción de energía varía de persona a persona, al margen de las actividades físicas. Los hombres -a igualdad de peso- gastan más energías que las mujeres. Una persona alta con el mismo peso que una baja, consume más energía que ésta. Las emociones pueden transformar -quizá el factor más importante en períodos cortos de tiempo- el metabolismo, elevándolo considerablemente. Luego están los estados patológicos, de enfermedad, como el hipertiroidismo -eleva el metabolismo- y el hipotiroidismo -lo deprime por mal funcionamiento de la glándula tiroides-. Una disminución del metabolismo basal de por ejemplo 200 calorías diarias, puede suponer un aumento de grasa a lo largo de un año -si no hacemos ejercicio- de unos ocho kilos.
Uno de los problemas más graves a la hora del "como poco y engordo mucho" es que, por lo general, esas personas han seguido y siguen toda clase de dietas estrambóticas, aunque a veces pueden ser racionales. Disminuir la comida baja también el metabolismo basal -el cuerpo se defiende contra la posible agresión del hambre guardando celosamente sus reservas de grasa-. Cuando se vuelve a comer de manera normal -no hacen falta grandes ingestiones-, el organismo recupera más kilos porque su gasto calórico es inferior. Con la intención de volver a perder ese peso no deseado, se regresa a la dieta: esta vez es necesario comer aún menos para bajar lo mismo. Se vuelve de nuevo a la normalidad, pero para entonces la disminución del metabolismo basal es ya un hecho que nos "condena" parcialmente a la obesidad, a menos que tratemos de poner remedio, algo que debemos hacer inmediatamente, si es que queremos restituir el cuerpo a su condición habitual.
ANALISIS DE LA OBESIDAD
- Se come poco en las comidas principales. Se toman cosas entre horas.
- Se desayuna muy ligero. Se come fuerte por la tarde y disminuye el gasto calórico por hora a igualdad de ingestión de calorías.
- Se consumen alimentos cocinados con exceso de grasa (nueve calorías por gramo, en contraste con cuatro por cada gramo de proteínas y carbohidratos).
- No se hace ejercicio y se tiende a reposar o a sentarse con mayor frecuencia que antes.
- Se come poco, pero abundante en calorías. La misma cantidad de un alimento puede contener hasta 50 veces más calorías que la de otro (15 calorías por 100 gramos tiene la lechuga, 700 calorías las almendras, por otra parte un alimento muy completo).
- Se siguen dietas milagrosas, con efectos de rebote -el "yo-yo"- que disminuyen nuestro metabolismo basal y nos obligan a comer cada vez menos si queremos mantener nuestro peso.