Con anterioridad estudiamos algunos aspectos de interés acerca de la obesidad, pero una pregunta que nos podríamos realizar sería, ¿por qué hemos de adelgazar?
Algunos obesos se sienten felices con su aspecto y estado físico, pero éstos deben saber que la obesidad es un elemento que aumenta el riesgo de aparición de multitud de trastornos orgánicos, como los siguientes:
- Hipertensión arterial.
- Arteriosclerosis. - Disminución de los movimientos respiratorios. - Problemas cardíacos. - Trastornos digestivos. - Tendencia al pie plano, artrosis, gota, etc... - Riesgo en el parto. - Etcétera.
¿COMO ADELGAZAR?
Para el obeso simple van a existir dos sistemas de adelgazamiento, uno dirigido al consumo de las calorías requeridas (por diferentes vías) y el otro reduciendo la ingestión de calorías.
Tan sólo un 5 por 100 de los obesos lo son por enfermedad, descontando, por tanto, que éstos presentan un metabolismo basal más reducido (al contrario, va a ser superior al mantener mayor masa corporal). El ejercicio físico va a colaborar en el proceso de adelgazamiento, siempre y cuando éste vaya unido a una dieta, ya que, por poner un ejemplo, una carrera lenta de 11 minutos equivale a las calorías ingeridas en una cerveza. El obeso realiza un consumo más elevado de calorías, aún con menos movilidad, que la persona normal. Por otra parte, la termogénesis del obeso va a incidir aún más en su trastorno, ya que la grasa le va a mantener más aislado del frío y por lo tanto sus necesidades para conservar la temperatura orgánica van a ser inferiores (se consumen menos calorías para originar calor).
METODOS UTILIZADOS PARA REDUCIR LA INGESTION DE ALIMENTOS
Con anterioridad mencionábamos el ejercicio físico como un factor de utilidad para adelgazar, pero siempre y cuando éste vaya secundado con una dieta alimentaria.
La práctica del ayuno total está totalmente contraindicada, pues se produce una pérdida de peso temporal al consumir proteínas y perder agua. Como efecto de rebote aumenta la obesidad inmediatamente.
La utilización de fármacos que hacen desaparecer el apetito ocasionan un elevado número de trastornos y aducción a estos (taquicardias, temblores, etc.), por lo que no son recomendables. Los derivados anfetamínicos bajo supervisión médica son los de mayor efectividad.
Las dietas hipocalóricas son excesivamente peligrosas al ocasionar trastornos de las proteínas cardíacas, como han demostrado estudios efectuados en Estados Unidos.
La cirugía, sólo utilizada en casos de obesidad mórbida y monstruosa, presenta varias posibilidades:
- Grapado del estómago (gastroplastia). Con poca comida se llena el estómago.
- Cirugía estética, quitando grandes masas de grasa o, por el contrario, de forma localizada (liposucción).
La dieta, elemento principal para conseguir el adelgazamiento, debe ser baja en calorías, con grasas poco saturadas (vegetales) y eliminando en lo posible la alimentación rica en colesterol (huevos, leche entera, carne de cerdo, etc.).
Esta dieta deberá estar entre las 1.000 y 1.500 cal/día, según nivel de obesidad y peso. Nunca será inferior a 1.000 cal/día.
La utilización abundante de sal origina la captación excesiva de líquidos, por lo cual se deberá controlar su ingestión.
Una dieta comienza a notarse a partir de los 15 días aproximadamente, siendo imprescindible la continuidad y una vez alcanzado el peso ideal mantener unos hábitos alimentarios correctos.
Existen multitud de dietas confeccionadas, aceptando siempre que las de mayor beneficio y control son las prescritas por orden facultativa.