Se consideraba que España no era una tierra para el culturismo masculino de los pesos pesados. Y la verdad es que hasta hace muy pocos años no había salido ninguno al que se pudiera tomar en consideración, excepto el mal aprovechado galán cinematográfico José Luis Ayestarán, que hizo sus papeles en el séptimo arte con el nombre de Richard Yestaran.
Pero llegó el impresionante canario Juan Antonio Hernández, con su estatura, su excelente aspecto general, sus piernas de calibre mundial y sus magníficos abdominales y se llevó el gato al agua. "Tenemos aquí a un futuro campeón del mundo", dijeron los que le vieron salir en Barcelona, a finales de 1985, y arrasar en el campeonato de España, venciendo incluso a los fenomenales Quico Espasa y Eduardo de la Asunción. De repente, sin embargo, Juan Antonio se eclipsó, hizo un mutis de un año para reaparecer por debajo de sus posibilidades. "He cometido un error en mi preparación -confesó humildemente-, pero el año que viene lo corregiré". Y en 1987 venció brillantemente en los campeonatos de España, paso previo a la clasificación para el mundial de Madrid. Eran quince los hombres que tenían que pasar a la final y, nada más verle, ya se daba por seguro que el canario iba a estar entre ellos. Al final se eligió a los seis campeones, y Juan Antonio seguía allí, luchando como uno más, ya que todos estaban muy igualados. El certamen terminó con Juan Antonio en cuarta posición: uno de los mayores triunfos españoles en la historia del culturismo nacional y la consagración anunciada de un peso pesado.