Los hidratos de carbono son unos de los principios inmediatos y de los seis nutrientes básicos esenciales en la dieta alimenticia. Los otros cinco restantes son: proteínas, grasas, vitaminas, agua y minerales.
Los hidratos de carbono son el combustible principal del organismo, su más importante fuente de energía, y sólo una pequeñísima fracción de ellos se dedica a las exigencias regenerativas del organismo; constituyen más del 50 por 100 de la alimentación mundial, ya que suponen la mayor parte de la dieta humana. Su proporción de consumo varía desde el 50 o el 60 por 100 en los países occidentales, donde existe una dieta muy variada, hasta el 70 u 80 por 100 en los países en vías de desarrollo, cuya alimentación es poco variada y deficitaria.
Con la denominación genérica de hidratos de carbono nos referimos a varias sustancias constituidas por carbono, hidrógeno y oxígeno. Su fórmula sería: CH (H20) H.
Los hidratos de carbono se dividen en simples y complejos. Los primeros son los azúcares; los segundos, las féculas o almidones, más la celulosa y algún otro compuesto muy complejo que no sirve para la alimentación, pues el organismo no puede descomponerlos.
Hay dos clases fundamentales de azúcares: los monosacáridos y los disacáridos.
Los monosacáridos más importantes son las hesoxas. La fórmula general de éstas es C6H12O6. Las dos hesoxas más importantes son la glucosa y la fructosa. La glucosa o azúcar de uva, presente en muchas frutas, en la miel, en nuestra sangre y en la orina de los diabéticos. La glucosa es el principal, azúcar sanguíneo y constituye una importante fuente de energía para los tejidos del cuerpo. Los atletas emplean soluciones de glucosa u otras bebidas azucaradas para reponer rápidamente energía, especialmente en pruebas de distancias largas.
La fructosa va asociada a la anterior en la miel y en las frutas. Ambas son azúcares cristalizables y muy solubles en agua.
Entre los disacáridos se encuentra la sacarosa, que es el azúcar normalmente empleado en la dieta; se obtiene de la caña de azúcar y de la remolacha azucarera (de las dos se consigue el mismo azúcar). La sacarosa es un disacárido formado por la unión de glucosa y fructosa. Durante la digestión, el disacárido se descompone en las unidades de monosacáridos que lo forman, y entonces éstas son absorbidas desde el tracto digestivo hasta el torrente sanguíneo.
Otro importante disacárido es la lactosa o azúcar de la leche, cuyos monosacáridos constituyentes son la glucosa y la galactosa (monosacárido muy parecido a la glucosa).
Los disacáridos son verdaderos azúcares, es decir, sustancias cristalizables, solubles en agua y de sabor dulce.