Como puede verse en el cuadro comparativo, el desarrollo muscular ha progresado enormemente en las últimas décadas. No sólo se ha debido al mayor número de personas que practican deporte y acondicionamiento físico, sino a la mejora de las técnicas, alimentación más adecuada, suplementos vitamínico-minerales más perfectos, aminoácidos y a uno de los fenómenos que han marcado el deporte del último cuarto de siglo: los anabolizantes asteroides, sustancias químicas semejantes a la testosterona, la hormona masculina por excelencia, cuya toma produce efectos anabólicos -mayor aprovechamiento de la proteína-, pero también androgénicos -incremento de las características masculinas- .
A la larga el anabolizante esteroide es peligrosa, porque aparte de problemas como calvicie o ginecomastia -aparición de pechos femeninos en el varón-, puede producir -se han dado ya bastantes casos- cáncer de hígado, anomalías de riñón, cardiopatías y hasta enfermedades mentales derivadas de su uso.
No obstante, y olvidándonos de los asteroides, el desarrollo muscular -entendido como un asunto exclusivo del músculo, al margen de la fuerza o la capacidad atlética- aún se halla lejos su límite absoluto. No queremos equivocarnos, pero hacia los años treinta se decía que una persona de estatura media nunca podría rebasar la medida de los 40 centímetros de brazo en contracción, con un porcentaje de grasa inferior al 12 por 100. Ahora se ha llegado ya a los 50 centímetros, con un nivel graso aún más bajo. Según Arthur Jones, investigador sobre el músculo aplicado al ejercicio y creador de los excelentes aparatos especializados "Nautilus", el límite del músculo humano, con un porcentaje inferior de grasa al 12 por 100, es de 108 kilos para 1,70 de estatura, algo que aún estamos lejos de alcanzar -todavía le faltan al atleta más desarrollado más de 10 kilos-. Porque no hay que confundir el músculo puro, o casi puro -la grasa no se puede perder por completo, ya que eso supondrá la muerte: la necesita el cerebro, los órganos internos y un pequeño panículo adicional-, con la musculatura bien desarrollada pero recubierta de grasa, caso de la mayoría de los levantadores de los pesos pesados, luchadores de pesos grandes, forzudos de circo o, en el terreno femenino, las célebres nadadores olímpicas de algunos países del Este, muchachas que llegaron a rozar o a rebasar los 90 kilos para estaturas comprendidas entre 1,70 y 1,80. Gente así -caso de Alexeiev, recordman mundial de los pesos pesados de halterofilia hasta 1980, o del luchador español Hércules Cortés-, con pesos corporales entre 125 y 150 kilos, tenían un exceso de peso a veces superior a 50 kilos hasta que se hubiesen quedado con el músculo limpio.
El músculo en la mujer
Las mujeres, ahora que también se inician en el arte del desarrollo muscular, pueden conseguir bastante músculo, pero en general sobre un 20 por 100 menos que los hombres a igualdad de esfuerzo, debido a su menor producción de testosterona. Sin embargo, si utilizan anabolizantes esteroides, su desarrollo se hace igual, al equilibrarse la producción de la hormona masculina. Claro está, que los peligros son los mismos, y que el riesgo no merece la pena, ya que el uso de estas sustancias ha sido prohibido por el Comité Olímpico Internacional.