Independientemente de suponer la capacidad para poder realizar diversos tipos de actividades físicas, va a implicar un estado de salud mental y la posibilidad de desempeñar las funciones propias de nuestra vida cotidiana de una manera más activa y eficiente.
Hemos de puntualizar que la forma física no será siempre una panacea que nos prevenga de todas las enfermedades; no obstante, resulta esencial tener una condición física lo mejor posible del aparato cardiorrespiratorio.
La sociedad actual, urbana, implica un estilo de vida sedentario, productor de tensiones y, por supuesto, envuelto por un ambiente antinatural: contaminación atmosférica en grados muy altos, alimentación inadecuada, etc.
Este tipo de sociedad condiciona a que aparezcan una serie de enfermedades propias de la forma de vivir de sus habitantes. Entre éstas, las de mayor incidencia serán las producidas por el aparato cardiovascular.
Las enfermedades del aparato cardiovascular están directamente relacionadas con la falta de actividad física del individuo al no mantener a su organismo bajo unas necesidades mínimas de función, lo que produce una degeneración prematura del aparato cardiovascular.
Si unimos a eso una alimentación desequilibrada, ocasionaremos alteraciones en la analítica sanguínea, sobre todo en lo referente al aumento incontrolado del colesterol, una de las causas de la arteriosclerosis.
El colesterol es el "veneno" de la sangre, a pesar de que sin él no podríamos sobrevivir, pues interviene en multitud de reacciones necesarias para el organismo. Sin embargo, su exceso ocasiona la destrucción progresiva de las arterias y, por tanto, la del ser vivo. España se encuentra entre los países con mayor índice de colesterol en sangre, siendo Estados Unidos y las naciones escandinavas en las que alcanzan un mayor nivel.
El ejercicio físico, particularmente el de larga duración y baja intensidad, facilita la eliminación del colesterol, añadiendo los beneficios que esto implica.
El aparato respiratorio es el "segundo de abordo" en lo que se refiere a la aparición de enfermedades en la sociedad actual. La contaminación atmosférica, el abuso del tabaco y la inactividad física -sobre todo si se conjuntan estos tres factores- provocan la degeneración progresiva de bronquios y pulmones.
La inactividad física produce una disminución de la capacidad vital del individuo, inducida ésta por un descenso de la movilidad torácica, degeneración de los músculos inspiratorios, disminución pulmonar, etc. Por otra parte, el tabaco y la contaminación impiden la difusión correcta de gases (O2-CO2) a nivel alveolar, lo que supone una oxigenación deficiente del individuo con las consecuencias negativas para su salud.
La actividad física del tipo aerobio (larga duración y baja intensidad) consigue un aumento de las distintas capacidades respiratorias del sujeto, así como una mejor difusión de gases y, por supuesto, un rendimiento mayor del individuo en las distintas actividades laborales.
El aparato locomotor es afectado de forma directa y muy negativa por la inactividad física.
Los distintos grupos musculares presentan una atrofia casi completa, que apenas les permite hacer otra cosa que las actividades más sencillas. Las articulaciones, ligamentos y tendones también se delimitan. Esto ocasiona artritis y demás enfermedades degenerativas del aparato locomotor, pudiendo llegar hasta el anquilosamiento o pérdida de movilidad de una articulación.
El ácido úrico y su fijación en las distintas articulaciones produce la destrucción final de éstas y sus componentes. La actividad física ayuda a la eliminación del ácido úrico de las articulaciones, al tiempo que mantiene en mejores condiciones (estabilidad, lubricación, funcionalidad, etc.) los huesos, un tejido que degenera rápidamente con la inactividad, produciéndose la temible osteoporosis o descalcificación, con los consiguientes peligros de roturas.
La actividad física estimula el movimiento de las células óseas, interviniendo en el desarrollo del hueso tanto en longitud como en grosor, al tiempo que mantiene un equilibrio interno en lo referente a las funciones propias de estas células.
Los demás aparatos y sistemas del organismo humano, en especial el sistema nervioso, se verán muy beneficiados por la actividad física, teniendo siempre presente que ésta deberá realizarse de forma controlada y persistente, pues efectuar esfuerzos desmesurados puede ocasionar trastornos en cualquiera de los aparatos y sistemas que componen nuestro cuerpo.
La actividad física es lo más beneficioso que existe para nuestra salud. ¡No lo olvidemos nunca!