Su figura es plena y voluptuosa. Tiene una de las caderas más sensuales del mundo de la competición culturista femenina, y un cuerpo lleno, atlético con líneas entrantes y prominentes dentro del estilo de lo que estamos acostumbrados a llamar una mujer "de bandera".
Su desarrollo es, probablemente, el mayor entre las culturistas españolas y está a la altura de la más exigente línea de la competición internacional. Al principio, era una muchacha de rotundas formas que carecía de las líneas atléticas necesarias para afrontar con éxito un certamen del máximo nivel. Sin embargo, Ana, entrenando dura y laboriosamente, fue corrigiendo sus pequeños fallos y puliendo sus contornos exteriores. Quedó, primero, subcampeona de España, sorprendiendo a las favoritas, que no se esperaban una transformación tan completa y repentina. Su triunfo mayor fue en 1987, cuando alcanzó la victoria absoluta en el Campeonato de España tras derrotar a las máximas figuras de la competición de todas las categorías. ¡Por fin teníamos una culturista de peso pesado, y con un aspecto excelente! Ana fue a los Campeonatos Mundiales y quedó en novena posición, todo un triunfo, ya que asombró a jueces y espectadores con su figura sensual y plena de posibilidades.