Nació en Egipto y durante su adolescencia practicó la halterofilia y llegó a ser un destacado levantador. Por entonces, en Egipto se desconocía el culturismo. Sin embargo, el desarrollo de Mohamed llamaba la atención, a los intereses del muchacho se iban polarizando cada vez más hacia el terreno de la musculación.
A los 16 años estaba ya considerado como el hombre mejor desarrollado de Egipto, y sus progresos fueron tan grandes que animaron a la federación a pagarle el viaje a los campeonatos mundiales de culturismo que, este año, se celebraban en la ciudad italiana de Verona. La aparición de Makkawy fue espectacular. Ganó con cierta facilidad sobre culturistas más consagrados y, a partir de entonces, su nombre empezó a contar en los círculos de la alta competición internacional.
Montreal celebraba los juegos olímpicos en 1976. Inmediatamente antes, el municipio iba a efectuar unos campeonatos mundiales de culturismo que pretendían ser los más grandiosos hasta la fecha. Makkawy obtuvo el título y la consagración definitiva como uno de los mejores culturistas de todos los tiempos. Su simetría, proporción y excelente densidad muscular, hacían olvidar su 1,62 de estatura. Mohamed recibió una oferta de una cadena de gimnasios de Toronto y se quedó allí como director. Pasó poco después a profesional y obtuvo el campeonato mundial, la victoria en el "Grand Prix" y en la "Noche de los Campeones" y una plaza segura entre los finalistas del Olimpia. El "Matagigantes", como le llamaban, derrotaba a culturistas mucho más altos y desarrollados que él, en base al equilibrio de sus proporciones. Por dos veces quedó segundo en la máxima competición mundial, y en 1986 se retiró para atender sus nacientes negocios relacionados con el mundo de la cultura física.