Si este atleta gaditano le mostrara una fotografía suya de adolescencia creería usted que se trataba de unos de esos vulgares trucos que presentan historias inverosímiles de "antes y después".
Y es que Paco Durán, un auténtico caballero de las pesas y hombre amable como pocos, tenía en su primera juventud un cuerpo grasiento y amorfo al que nadie hubiera podido conceder ningún título de posibilidades atléticas. Pero Paco se trabajó siguiendo los consejos de su maestro jerezano Rafael Lorente, entrenó con dureza y puso en práctica un régimen alimenticio que le ayudó a quitarse, primero, la grasa que le recubría. Comenzó quedándose delgado, luego volvió a recubrir su estructura, pero esta vez de músculo. Llegó el momento de competir; inicialmente no obtuvo buenas clasificaciones, aunque quienes le conocían no daban crédito a sus ojos al verle subido a una plataforma. Paco siguió entrenando y llevando la dieta que le hacía falta. Poco a poco iba escalando puestos en el escalafón culturista. Consiguió un subcampeonato de España, un campeonato de Andalucía y varios títulos menores. Y llegó el momento de la prueba suprema: la preselección para los campeonatos mundiales de octubre de 1987. Paco, con una definición muscular inusitada donde se podía contar hasta las fibras, adquirió el derecho de participar. ¡Paso a la final de los pesos plumas y los jueces empezaron a fijarse en él como en uno de los mejores! Peleó con fuerza y su nombre quedó inscrito como el del sexto clasificado en los campeonatos mundiales de culturismo amateur.