Ha sido, desde niña, una gran aficionada al deporte y al ballet, con muchas posibilidades en esos terrenos. Curiosamente uno de sus hermanos -son culturistas todos ellos- fue quien inició al estímulo para que Paloma se decidiera por la musculación.
Participó en las primeras competiciones nacionales femeninas -en 1982- y, poco a poco, fue subiendo peldaños sin retroceder jamás. Paloma Ramos ha sido, quizá, la culturista española que ha llevado una carrera de progreso más constante: subcampeona nacional, campeona nacional, triunfadora del prestigioso trofeo Olimpia español y, finalmente, en 1985, octava clasificada en el Miss Europa, fecha que marca el inicio de su consagración.
A partir de entonces todo han sido triunfos; su cuerpo de líneas sensuales, con espalda bien desarrollada, abdominales excelentes y unos muslos de gran tamaño torneados le ha permitido ser subcampeona de Europa en 1986, tercera clasificada en 1987 y alcanzar dos quintos puestos en los campeonatos del mundo en 1986 y 1987. Su buen desarrollo, sus proporciones completas y las rutinas de poses personales, sumamente creativas y que incluyen movimientos de danza y ballet, la hacen acreedora de triunfos.